Este es el episodio 11 llamado Bárbaros contra bárbaros y en este episodio aprenderás:

La coalición bárbara cruza los Pirineos

En el anterior episodio ya introduje este período de la Antigüedad tardía conocido como las grandes migraciones, ya hablé sobre el origen de los godos, y en definitiva respondí al cómo se desencadenó la gran crisis que culminaría con el fin del Imperio romano de Occidente. También hablé sobre quiénes eran los vándalos, suevos y alanos, así que si te perdiste el episodio 10 te recomiendo verlo antes de este.

La presión del ejército del usurpador Constantino III y de los francos obligó a buena parte de los vándalos, suevos y alanos a trasladarse al sur de Francia. No ocuparon la parte suroeste de la Galia, y Constantino III usó esa ruta para invadir Hispania. Te preguntarás por qué Constantino III quería conquistar la diócesis de las Hispanias, y la razón detrás de ello es puramente estratégica. La Casa de Teodosio era originaria de la diócesis hispana, con los primos de Honorio a la cabeza de la familia. Si los neutralizaba, Constantino podría evitar una guerra de dos frentes abiertos en Hispania e Italia.

El ejército de Constantino dirigido por un hijo suyo y un general llamado Geroncio avanzó en el 408 sin encontrar ninguna resistencia notable y con total obediencia según el cronista Orosio, y esto es relevante porque demuestra que los hispanorromanos también estaban hasta las narices de la falta de atención que recibía Hispania. Además, en el siglo V no había una legión profesional como tal en ninguna parte de Hispania, así que era imposible defender la diócesis ni de un usurpador con recursos ni de los bárbaros que llegarían después.

Los ejércitos de Constantino y la Casa de Teodosio se reunieron en el norte peninsular y dos de los cuatro primos de Honorio fueron capturados. El resultado no es muy sorprendente, porque los ejércitos de los teodosianos no eran más que milicias privadas compuestas por campesinos y esclavos armados, mientras que los de Constantino III eran principalmente militares profesionales de origen bárbaro.

Mapa del avance de Constantino III - María Fernández Portaencasa
Mapa del avance de Constantino III , por María Fernández Portaencasa

El hijo de Constantino permitió a sus soldados saquear la Meseta norte, dejó al general Geroncio al cargo de Hispania en su ausencia para ir a visitar a su padre, y dejó a los bárbaros a cargo de controlar los pasos de los Pirineos, una tarea que llevaba décadas recayendo sobre la población local hispana. Según el historiador cristiano Sozomeno «esta decisión fue probablemente, a largo plazo, la causa de la ruina del país». La derrota de sus primos y la amenaza de los visigodos en Italia obligó a Honorio a declarar Constantino III coemperador en el año 409, porque Honorio sabía que necesitaba unidad para combatir los múltiples y graves problemas a los que se enfrentaba el Imperio.

¿Recuerdas que los visigodos de Alarico estaban atacando Italia en ese momento? Viendo el asedio de Roma de Alarico, Constantino quiso aprovechar la situación para derrocar a Honorio y hacerse con el control de todo el Occidente romano. Para su desgracia, tuvo que abortar el plan porque Honorio anticipó su traición, y su general Geroncio se aprovechó de la debilidad de Constantino para rebelarse también en ese momento de tanta fragilidad para el Imperio.

En Zaragoza, Geroncio declaró emperador a un hombre llamado Máximo, que se ha especulado que podría ser un hijo suyo o alguien con una buena red clientelar en Hispania. Los bárbaros leales a Geroncio permitieron a los bárbaros del otro lado de los Pirineos cruzarlo en el otoño del 409, porque Geroncio sabía que necesitaba más efectivos para hacer frente a Honorio y Constantino III, y de paso para convertir a posibles enemigos en aliados. Algunos historiadores como Guy Halsall o José Soto Chica no están de acuerdo y lo plantean como una invasión y que con el reparto de Hispania del 411 Máximo y Geroncio solo reconocieron los hechos consumados, pero a mi me convence más la tesis de Javier Arce.

Así que los vándalos, alanos y suevos no entraron en la península ibérica como invasores, sino como grupos de familias y mercenarios al servicio de dos representantes ilegítimos de Roma, Geroncio y Máximo. En su día quizás no se apreció la importancia de estos hechos porque en el 409 no venían aún para quedarse, sino que simplemente los guerreros bárbaros se ponían al servicio de la causa de Máximo y Geroncio, en otra de tantas guerras civiles romanas y usurpaciones. Pero con el desarrollo posterior de los acontecimientos, hoy en día el año 409 se ve como el inicio del fin de la Hispania romana, y por eso es importante destacar el motivo por el que llegaron los bárbaros a Hispania y el hecho de que no fue una invasión.

Reacción hispanorromana ante la llegada de los bárbaros

Pero aunque no fue una invasión, el influjo masivo de un población inmigrante no fue muy ordenada y por supuesto hubo disturbios, saqueos y episodios violentos entre los bárbaros y los hispanorromanos. Estos conflictos ocurrieron por falta de organización logística por parte de las autoridades hispanorromanas lideradas por Máximo, pero era bastante previsible teniendo en cuenta que los guerreros bárbaros necesitaban un modo de alimentar a su familia y a ellos mismos.

No sabemos si los saqueos fueron relativamente generalizados antes de que se asentaran los bárbaros en Hispania, pero lo que está claro es que ese no era un modo sostenible de supervivencia y que más pronto que tarde hispanorromanos y bárbaros tuvieron que convivir. Los hispanorromanos o bien recibieron a los bárbaros inquietos o bien con la impresión de que no eran peores que los oficiales romanos. El sacerdote y cronista hispanorromano Orosio admitió que «muchos romanos prefieren soportar una libertad en la pobreza entre los bárbaros más que la presión del tributo entre los romanos».

A pesar de ello, hay otros relatos como el del obispo Hidacio que indican que la entrada de vándalos, suevos y alanos en Hispania provocó una gran destrucción y violencia. Hidacio proyectó una imagen muy apocalíptica de la llegada de los bárbaros, diciendo: «Los bárbaros que habían penetrado en las Hispanias, las devastan en lucha sangrienta. La peste hace por su parte no menos rápidos estragos. Desparramándose furiosos los bárbaros por las Hispanias. El tiránico exactor roba y el soldado saquea las riquezas y los mantenimientos guardados en las ciudades; reina un hambre tan espantosa, que obligado por ella, el género humano devora carne humana, y hasta las madres matan a sus hijos y cuecen sus cuerpos para alimentarse con ellos.”

La verdad es que cosas como saquear o matar gente son cosas que la República y el Imperio romano hicieron en sus conquistas, y eso es algo muy importante a destacar porque a veces olvidamos cómo Escipión Emiliano destruyó completamente Cartago o mató de hambre a los habitantes de la heroica Numancia. Incluso podemos decir que los llamados bárbaros eran menos bárbaros que los romanos en el sentido de la opresión, porque al menos no esclavizaron a comunidades enteras como lo hicieron los romanos, y obviamente cosas como el canibalismo del que habla Hidacio son directamente invenciones suyas. Eso sí, también tiene razón José Soto Chica cuando advierte que no podemos perder la empatía hacia los que sufrieron la violencia y robos de los bárbaros, porque es innegable que la convivencia con los recién llegados no fue fácil. Hidacio predijo que llegaría el fin del mundo en el año 482, y aunque sabemos que se equivocó, sí acertó en que el fin de un mundo, el mundo romano, se aproximaba.

La derrota de los usurpadores

Dicho esto, mientras Geroncio repelía a Constantino III en Hispania, Honorio tuvo que centrarse en la amenaza más inmediata, la invasión visigoda de Italia que llevó al saqueo de Roma en el 410 y la captura de su hermanastra, Gala Placidia. Constantino III tampoco tuvo suerte. Los sajones continuaron saqueando Britania mientras Constantino dejaba la isla indefensa, y la gente que inicialmente lo apoyó sintió que los había traicionado. Así fue como Britania dejó de ser romana. Constantino sólo tenía algún apoyo en la Galia ahora que gran parte de su ejército se había sublevado contra él siguiendo a Geroncio.

Eso junto con la muerte de Alarico llevó al emperador Honorio a pensar que por fin la suerte le sonreía y que había llegado el momento de derrotar al usurpador Constantino III. Nombró general a un hombre capaz, Constancio, que más tarde se convertiría en Constancio III, y como Constantino III tenía muy pocas tropas éste tuvo que retirarse en Arlés. Lo curioso es que tanto Geroncio como Constancio marcharon contra él, así que el temor de Constantino III de tener una guerra con dos frentes se cumplió, aunque no esperaba una traición en sus propias filas. Geroncio primero derrotó a Constantino, y luego sitió Arlés.

Mapa Imperio romano de Occidente, año 410
Mapa del Imperio romano de Occidente, año 410

Pero mientras Geroncio sitiaba Arlés, llegó Constancio, el general de Honorio, y entonces la mayoría de los soldados de Geroncio decidieron desertar al bando imperial y Geroncio tuvo que huir. Finalmente, los pocos partidarios que tenía se volvieron contra él y decidió matar a su mujer y suicidarse antes de dejar que otros los asesinaran. El general Constancio no tuvo problema en derrotar a Constantino III y el usurpador fue ejecutado de camino a la corte imperial.

Su cabeza fue presentada a Honorio y las usurpaciones se detuvieron allí, ¿verdad? ¡Pues claro que no! ¿No te has enterado aún que los romanos eran grandes aficionados a las guerras civiles? Un senador galorromano llamado Jovino comenzó una revuelta en la Galia con el apoyo de los borgoñones, alanos de la Galia y algunos aristócratas galorromanos. Además de eso, recuerda que los visigodos seguían en Italia, ahora bajo el mando de Ataúlfo, así que Honorio aún estaba en una situación delicada.

El reparto de Hispania

Te preguntarás qué pasó con Máximo ahora que Geroncio había desaparecido del mapa. Máximo sin Geroncio no era nada, así que como es normal su reinado de algo más de un año terminó. Sin embargo, durante este efímero reinado el usurpador Máximo tomó una decisión de gran importancia: poco antes de la muerte de Geroncio, en el año 411 Máximo acordó con los vándalos, suevos y alanos el reparto de Hispania para darles un lugar de asentamiento.

De las siete provincias de la diócesis de las Hispanias, Máximo y la administración romana mantuvo el control sobre la Tarraconense, las Islas Baleares, y la Mauritania Tingitana. Los alanos liderados por el rey Ataces se establecieron en las vastas provincias de Lusitania y la Cartaginense; los vándalos silingos, más numerosos que los vándalos asdingos, se asentaron en la fértil región de la Bética, en Andalucía occidental; los vándalos asdingos se establecieron en el norte, para algunos autores en el norte de Galicia y Asturias, mientras que otros creen que poblaron en la región de Tierra de Campos.

Finalmente, los suevos se asentaron en la parte sur de Galicia entre los vándalos asdingos y los alanos, mientras que en buena parte de Cantabria y Vasconia las milicias y aristocracias locales reemplazaron a la administración romana como tal. En Vasconia por ejemplo, los mismos soldados de las milicias vasconas que controlaban el paso de Astorga-Burdeos se convirtieron en los líderes de la región. Según el cronista Hidacio, el reparto de Hispania se hizo a suertes, aunque eso no me parece muy creíble dado lo que estaba en juego.

Mapa reparto de Hispania 411
Mapa del reparto de Hispania entre vándalos, suevos, alanos y romanos, año 411

Lo que sí es cierto es que al mirar el mapa del reparto de Hispania lo primero que ves es que aparentemente no tiene ni pies ni cabeza. Parece un mapa imaginado por algún loco después de una tarde pensando en historia alternativa, pero no, es real. ¿Así que como puede ser que los alanos controlaran dos provincias tan grandes como Lusitania y la Cartaginense, cuando no eran el grupo más numeroso? Según algunos historiadores, podría ser un síntoma del desconocimiento que tenían los bárbaros sobre Hispania, pero me parece más verosímil otra hipótesis. Si los alanos eran la fuerza militar más poderosa y prestigiosa de la coalición del Rin, a pesar de que la mitad de ellos más se había quedado en la Galia, no sería tan raro en esos tiempos que los vándalos y suevos aceptaran una cierta supremacía alana.

En esos tiempos no existían unidades políticas bien definidas y estables de bárbaros y era normal seguir a quién fuera más poderoso. Otro tema importante es que el mapa del reparto de Hispania o de otros asentamientos de bárbaros antes de la caída del Imperio son engañosos, porque puede parecer como si los bárbaros controlaran y estuvieran asentados en territorios muy extensos. Lo cierto es que los bárbaros sabían que estaban en una situación frágil y por eso evitaban dispersarse por las provincias. Tema aparte es que hay historiadores que defienden que los bárbaros se repartieron Hispania entre ellos, sin la intervención de las autoridades romanas, pero como bien dijo el historiador Javier Arce esa tesis no parece sostenerse.

De otro modo, no se explica muy bien que los bárbaros respetasen la división administrativa romana ni que un cronista de la época afirmara que, después de la muerte de Geroncio, Máximo se refugió en el territorio de aquellos con quiénes había llegado a un acuerdo. Por tanto, hay unas cuantas ideas importantes que hay que destacar de la llegada y asentamiento de los vándalos, suevos y alanos en Hispania. Primera idea, los bárbaros se establecieron en las provincias romanas con acuerdos con las autoridades hispanorromanas, aunque estas fueran ilegítimas desde el punto de vista del gobierno de Honorio.

Segunda idea, algunos hispanorromanos sufrieron la violencia de los bárbaros, pero otros apreciaban los beneficios de estar bajo la protección de aquellos a quienes llamaban bárbaros antes que sufrir la indiferencia del poder central mientras exigían elevados impuestos. Tercera idea, los romanos que aceptaron a los reyes bárbaros como representantes del emperador, en pocas décadas los vieron como gobernantes legítimos de sus propios reinos independientes. Y cuarta idea, con el reparto de Hispania no podemos hablar de que se crearan aún unos reinos bárbaros como tal, sino que las élites y la administración hispanorromana se vieron obligadas a aceptar, colaborar y coexistir con los bárbaros ante el abandono de la administración central.

La fallida alianza entre Honorio y Ataúlfo

Volviendo a Italia, a la muerte de Alarico su cuñado Ataúlfo fue elegido para sucederle como rey de los visigodos. Ataúlfo abandonó la idea de emigrar a África y en su lugar decidió dirigirse a la Galia, ya que el general Constancio lo presionaba en Italia. Pero recuerda que en el 411 un nuevo usurpador llamado Jovino fue proclamado emperador romano de occidente por la aristocracia galorromana, alanos de la Galia y borgoñones. Ataúlfo contactó con Jovino y abrió negociaciones para apoyarlo con aparente buena fe. Sin embargo, los visigodos se encontraron durante su viaje con Saro, la mano derecha de Estilicón que también apoyaba a Jovino y enemigo mortal de Alarico, así que Ataúlfo lo capturó y ejecutó.

Obviamente esta traición enfureció al usurpador Jovino y éste nombró entonces a su hermano Sebastiano coemperador, y como lo hizo sin consultar a Ataúlfo comenzaron las hostilidades entre ambos. El rey de los visigodos procedió entonces a negociar una alianza con el emperador Honorio, y el pacto era que los visigodos aplastarían la rebelión en la Galia y le devolverían a su hermanastra Gala Placidia, y a su vez Honorio les prometió una tierra donde asentarse y suministros de comida. Las tropas de Jovino fueron derrotadas y Sebastiano y Jovino fueron ejecutados en el año 413, e inmediatamente después los visigodos se establecieron en la Galia Narbonense, tomando las ciudades de Narbona y Tolosa. Sin embargo, los problemas para el emperador Honorio volvieron a aparecer.

El gobernador de África se proclamó emperador e interrumpió el suministro de grano a Roma, que era necesario para alimentar Italia. La rebelión fue aplastada ese mismo año, pero debido a eso Honorio no pudo enviar los suministros que había prometido a los visigodos. Para empeorar aún más las cosas, concedió el estatus de federado a los borgoñones del valle del Ródano mientras que a los visigodos aún no se les había asignado oficialmente una tierra para asentarse. Los visigodos se estaban quedando sin suministros, así que se enfrentaron de nuevo a las tropas romanas imperiales y las relaciones entre romanos y visigodos se rompieron de nuevo.

Ataúlfo y Gala Placidia, un amor imposible

Pero incluso en este tiempo de guerra entre romanos y visigodos, el amor entre un godo y una romana podía surgir. Las crónicas nos dicen que ya en el 411 Gala Placidia y Ataúlfo se enamoraron, es decir, la rehén se enamoró de su captor. Y ese amor fue confirmado oficialmente con su matrimonio en el 414, una unión sellada en una ceremonia siguiendo la tradición romana, para mostrar el grado de romanidad de los bárbaros góticos. Ese fue un paso importante para las ambiciones de Ataúlfo, ya que quedó emparentado con la familia imperial y un hijo de ese matrimonio podría ser algún día emperador romano.

Según el cronista Paulo Orosio, y cojamos esto con pinzas, Ataúlfo declaró en la boda: «Al principio quería borrar el nombre romano y convertir todo el territorio romano en un imperio gótico: anhelaba que Romania se convirtiera en Gotia, y convertirme en César Augusto. Pero la larga experiencia me ha enseñado que la naturaleza salvaje y sin gobierno de los godos nunca va a someterse a las leyes, y que sin ley un estado no es un estado. Por lo tanto, he elegido con más prudencia la gloria de revivir el nombre romano con vigor gótico, y espero ser reconocido por la posteridad como el iniciador de una restauración romana, ya que me es imposible alterar el carácter de este Imperio».

Estoy seguro de que Honorio habría llorado si hubiera escuchado esas palabras en boca de Ataúlfo, pero no lo hizo y en cambio exigió de nuevo el regreso de su hermanastra. Ataúlfo respondió proclamando de nuevo al senador Prisco Átalo emperador romano, como su cuñado Alarico había hecho antes para presionar más a Honorio. Pero esta vez Honorio tenía al capaz general Constancio al frente del ejército, y Constancio decidió iniciar un bloqueo naval de los puertos mediterráneos de la Galia y cortar las líneas de suministro de los visigodos también por tierra.

Los visigodos estaban acorralados, así que Ataúlfo tuvo que tomar una decisión dramática ya que el descontento crecía, y decidió trasladar la confederación goda a la Hispania Tarraconense. Por su parte, Honorio capturó al usurpador Prisco Átalo, le amputó la mano y lo exilió a las Islas Eolias hasta su muerte. En la Hispania Tarraconense, con la improvisada corte en Barcelona, el primer y único hijo nacido del amor de Ataúlfo y Gala Placidia murió poco después de nacer. El sueño de crear un linaje imperial romano-visigodo también murió con él, y al igual que Alarico, Ataúlfo vio como cada vez se truncaba más su sueño de convertirse en magister militium y ser de facto el hombre más poderoso del Imperio.

Ataúlfo inició contactos para mejorar de nuevo la relación con Roma, pero floreció una facción antirromana entre los godos. La facción antirromana pensó que Ataúlfo se estaba volviendo demasiado romano, o esa era al menos la excusa para hacerse con el poder. La conspiración fue dirigida por varios nobles visigodos y personas cercanas a Saro, el general que había sido asesinado por Ataúlfo años antes. La conspiración tuvo éxito, y el rey de los visigodos Ataúlfo fue asesinado en Barcelona en el verano del 415, por un general que quería vengar la muerte de Saro. Un hermano de Saro, Sigerico, fue proclamado rey de los visigodos, y la primera cosa que hizo el usurpador Sigerico fue asesinar brutalmente a los hijos de Ataúlfo del matrimonio que tenía antes de casarse con Gala Placidia.

Además, Gala Placidia fue humillada públicamente, pues Sigerico la exhibió por las calles de Barcelona, obligándola a caminar a pie varios kilómetros entre otros cautivos. ¡Di que sí, así es como se trata a una princesa romana! Un hermano de Ataúlfo llamado Walia estaba tan enfurecido como apenado. Ataúlfo puede haber sido un poco impopular debido a los recientes reveses políticos y militares, pero este Sigerico era brutal e inhumano y la mayoría de los visigodos ya estaban hartos. Después de sólo una semana del asesinato de Ataúlfo, Sigerico fue asesinado y la facción antirromana fue disuelta. Walia fue elegido rey de los visigodos y la dinastía baltinga continuó liderando al pueblo visigodo. Su elección, como veremos pronto, fue determinante para la historia de los otros bárbaros de Hispania.

Walia y la campaña del 418

Lo primero que Walia intentó hacer fue recuperar el sueño de Alarico de asentar sus gentes en el norte de África. Así que Walia ordenó la construcción de barcos, pero de nuevo una tormenta acabó con ese sueño, esta vez para siempre para los visigodos. Sus súbditos estaban hambrientos, y sólo le quedaba una opción: ofrecer de nuevo sus servicios al emperador Honorio con un nuevo tratado de federación con Honorio. El tratado establecía que los visigodos tenían la misión de expulsar a los bárbaros que habían entrado en la península ibérica en el 409, y no solo eso, sino que también tenían que devolver a la viuda de Ataúlfo, Gala Placidia. Como ves esta pobre mujer era usada como moneda de cambio todo el tiempo, aunque con Ataúlfo muerto pocos motivos había para seguir reteniéndola.

El general de confianza de Honorio, Constancio, se casó con ella, a pesar de que Gala Placidia no quería, mientras que por su parte Honorio les dio a los visigodos grandes cantidades de grano. Como sabemos la cantidad de trigo que recibieron, los historiadores han podido hacer cálculos sobre la población visigoda durante el reinado de Walia, que calculan de entre 75 y 100.000 personas y de estas entre 19 y 25.000 guerreros. Estas cifras suponen una reducción de entre el 25 y el 37% de la población visigoda cuando Alarico saqueó Roma, pero esta disminución no es tan de extrañar si se tiene en cuenta que los bárbaros en esos tiempos de plena etnogénesis seguían a un caudillo prestigioso y victorioso. Con Ataúlfo, es fácil pensar que muchos de los bárbaros que conformaban la heterogénea masa de seguidores de Alarico desertaron y formaron sus propias pequeñas bandas o se unieron a otras. Y a esto hay que sumarle las pérdidas de población por la guerra, hambruna y peste.

Volviendo al tema principal, los vándalos, suevos y alanos de Hispania se habían ofrecido también a servir a Honorio, pero él se negó a aceptar sus servicios, tal vez porque quería esperar a que se mataran entre ellos o tal vez optó por los godos porque estaban más desesperados y aún tenían a Gala Placidia en su poder. De todos modos, la estrategia de enfrentar bárbaros contra bárbaros era su mejor baza posible, era mejor usar a los visigodos para matar a los otros bárbaros, unos 30 o 40.000 guerreros, y así debilitarlos a todos. Era una situación en la que prácticamente pasase lo que pasase el Imperio romano saldría ganando.

Campañas de Walia en Hispania de José Soto Chica
Campañas de Walia en Hispania, por José Soto Chica

Desde Barcelona Walia inició una campaña contra los otros bárbaros que ocupaban Hispania, empezando por los alanos y los vándalos silingos. La razón de atacarlos es que controlaban la rica provincia de la Bética, además de Lusitania y la Cartaginense, así que recuperar el control de estas provincias era algo prioritario para el gobierno central. Tenemos muy pocos detalles sobre esta guerra tan decisiva, pero los godos provocaron un verdadero baño de sangre bárbara en Hispania. El ataque debió de ser muy efectivo, ya que los alanos y vándalos silingos se retiraron rápidamente al estrecho de Gibraltar a principios del 418, ya que el general Constancio había enviado algunas unidades militares en sitios estratégicos como Pamplona para proteger la Tarraconense y presionar a los bárbaros por todos lados.

En el estrecho de Gibraltar Walia aplastó a los silingos y alanos, el rey de los alanos Ataces murió en batalla mientras que el rey de los vándalos silingos fue capturado y enviado al emperador Honorio. Los belicosos alanos desaparecieron de la noche a la mañana como una fuerza independiente, tras menos de una década en Hispania. Los supervivientes de la carnicería se dirigieron al norte y se unieron al rey de los vándalos asdingos, Gunderico. Por eso Gunderico adoptó el título de rey de los vándalos y alanos y se convirtió en el líder del ejército más poderoso de Hispania.

La fundación del Reino visigodo de Tolosa

Curiosamente, Honorio llamó a los visigodos antes de derrotar decisivamente a los vándalos asdingos y a los suevos, seguramente porque no quería que los visigodos se convirtieran en el único poder bárbaro de Occidente. Sólo la Hispania Gallaecia permaneció en manos de los bárbaros, mientras que en Vasconia y Cantabria ni los bárbaros ni el poder central tenían presencia ya. Eso sí, aunque parezca que ahora las cosas iban bien para el Imperio, está claro que no era así, porque la recaudación fiscal cayó mucho tanto por las pérdidas territoriales como por la devastación causada por los bárbaros, y las élites provinciales romanas se mostraba dispuestas a colaborar con los bárbaros.

Pero a lo que iba, esta vez Honorio sí que asignó a los visigodos una tierra en la que asentarse, aunque es probable que para el gobierno central no estaba previsto que fuera un asentamiento definitivo. En cualquier caso, Walia había conseguido para sus seguidores lo que Alarico y Ataúlfo no consiguieron: un tratado con Roma y tierras para habitar y labrar. Los visigodos fueron recompensados con el derecho de asentarse en Aquitania Segunda y en las proximidades de Novempopulania y Narbonense Primera. Esto constituía una gran región del oeste y sur de la Galia que incluía ciudades como Poitiers, Burdeos y Tolosa, que se convirtió en la capital del reino visigodo.

Los visigodos se asentaron en Aquitania bajo el régimen del hospitium, es decir, que se quedaban con una parte de los impuestos de la zona para mantener a las tropas, pero el resto iba para el gobierno central. Además, los visigodos recibían un tercio de las tierras de los grandes terratenientes de Aquitania para labrar, y solo fue al cabo de unas décadas que los visigodos y los aquitanos pudieron dejar de enviar dinero al gobierno de Rávena. Esto es importante porque, aunque conozcamos este tratado como la fundación del Reino visigodo de Tolosa, en su día no se vio así. Desde el punto de vista romano, tenía sentido asentar a los visigodos en el suroeste de Francia, ya que podían suprimir las rebeliones y ataques en la Galia, Italia e Hispania.

El gobierno imperial estaba muy preocupado por la expansión de las peligrosas revueltas conocidas como bagaudas en la Galia. Ha habido muchas interpretaciones sobre lo que eran las bagaudas, pero lo que sí está claro es que las bagaudas no eran simple bandolerismo. Algunos autores entienden las bagaudas como un movimiento revolucionario contra las clases terratenientes, formado por grupos sociales muy heterogéneos, como campesinos empobrecidos, esclavos fugitivos y desertores del ejército romano. Otros creen que los bagaudas más bien eran señores de la guerra o aristócratas que no aceptaban volver a acatar la autoridad imperial, aunque al final podría ser que hubiera un poco de todo. Esto no era más que una consecuencia de la inestabilidad política y económica y de la inefectividad del poder central, y pronto también aparecieron en Hispania.

Pero me estoy adelantando, por el momento el gobierno imperial quería que los visigodos impidieran la expansión de las bagaudas en el sur de la Galia, donde había intereses económicos más importantes. El rey visigodo Walia no pudo disfrutar del resultado de sus victorias, porque murió poco después de llegar a Tolosa. Walia fue sucedido por el rey Teodorico I, también conocido como Teodorero, un rey que reinaría mucho tiempo hasta que murió en la histórica batalla de los Campos Cataláunicos contra los hunos en el 451. No está claro si era un hijo ilegítimo o un yerno del rey Alarico I, pero en cualquier caso pertenecía a la dinastía de los baltingos. Con los visigodos en la Galia, volvamos a lo que ocurría en Hispania.

Las campañas de Asterio y Castino

Ahora que habían aumentado su población, los vándalos necesitaban más tierras, y Honorio esperaba con calma el inevitable enfrentamiento entre los suevos y los vándalos. Los vándalos empezaron a invadir el territorio suevo y a bloquear a sus vecinos en el año 419. Como los suevos eran un grupo más pequeño y la estrategia imperial era evitar que un grupo de bárbaros se hiciera lo suficientemente poderoso para controlar toda Hispania, los romanos se pusieron del lado de los suevos. Un general llamado Asterio fue enviado a la Hispania Gallaecia para ayudar a los suevos y capturar al usurpador Máximo, que permanecía protegido por los vándalos y se declaró emperador de nuevo.

El resultado de esta alianza táctica entre romanos y suevos fue la batalla de los montes Nervasos en un lugar indeterminado alrededor de Galicia y León. Los suevos gobernados por el rey Hermerico estaban rodeados por los vándalos, pero los romanos impidieron que esta batalla se convirtiera en un desastre para los suevos, y los vándalos se vieron obligados a retirarse a Braga, la futura capital de los suevos. Sin embargo, los problemas para los vándalos no terminaron ahí, porque los romanos tuvieron otra sorpresa guardada para los vándalos. Otro ejército romano los interceptó, y los dos ejércitos romanos atacaron a los vándalos desde ambos lados, derrotándolos así fácilmente y capturando a su emperador títere Máximo.

El rey de los vándalos y alanos Gunderico decidió trasladar a sus maltrechas huestes a la Bética, donde comenzaron a construir una flota para conseguir la hegemonía naval y saquear ciudades con acciones de piratería. Más que una derrota, los vándalos ganaron muchísimo trasladándose a la rica provincia de la Bética, y éste fue un paso crucial para el futuro de los vándalos. Así que podemos decir que la campaña de Asterio fue un éxito parcial porque, a pesar de conseguir el objetivo de capturar al usurpador Máximo y evitar que los suevos fueran aplastados, los vándalos supieron usar esta derrota como una oportunidad.

Aún así, en el año 420 todo parecía indicar que el Imperio romano de Occidente estaba en pleno proceso de recuperación, con los bárbaros en Hispania débiles, los visigodos controlados y al servicio de Roma, y las campañas en el norte de la Galia teniendo éxito para reestablecer la autoridad imperial. Unos años más de buen liderazgo y seguramente el Imperio podría haber atravesado esta crisis, como otras tantas que había logrado superar. Como recompensa por sus logros, el general Constancio presionó a Honorio para que lo nombrara coemperador y Honorio lo aceptó a regañadientes.

Sin embargo, la alegría para el Imperio no duraría mucho, ya que Constancio III murió siete meses después de su coronación. La pérdida de Constancio generó tensiones internas, y Honorio tuvo que nombrar rápidamente un nuevo generalísimo del Ejército Romano occidental. El general Flavio Castino fue el hombre elegido, y éste dirigió una expedición en el 422 con el objetivo de eliminar a los vándalos de Hispania y reestablecer el control del gobierno central sobre Hispania. Fue apoyado por los federados visigodos del rey Teodorico I y por otro ejército romano liderado por un general llamado Bonifacio, un protegido de Gala Placidia.

La expedición comenzó tan mal como terminó, porque el ejército de Bonifacio ni apareció. Bonifacio entonces huyó al centro del norte de África, donde obtuvo el control de la rica provincia que era el granero de Italia. Este Bonifacio pronto se convertiría en alguien importante en las siguientes guerras civiles romanas y en la lucha contra los vándalos cuando se trasladaron al norte de África. Pero volviendo a la campaña del 422, Castino tuvo algún éxito inicial, pero luego Castino y los vándalos eligieron una localización para una batalla campal.

Castino no tenía ninguna necesidad de una batalla campal porque tenía las de ganar, pero seguramente Castino tenía ambiciones políticas y quería regresar a Italia como un general victorioso. Lo que los romanos no esperaban es que los auxiliares visigodos los abandonaran antes de la batalla y pasaran a someterse al rey de los vándalos. El ejército romano de Castino fue aplastado en la Bética, obligándolo a retirarse a la Tarraconense. La derrota fue un golpe casi definitivo contra los intereses imperiales en Hispania, y para los vándalos la victoria aseguró un período de hegemonía en Hispania que les permitió construir los pilares para su posterior reino pirata del norte de África. Dejo la narrativa aquí, pero en el próximo episodio veremos como se complican las cosas para los romanos después de la muerte de Honorio.

El Veredicto: La estrategia imperial de bárbaros contra bárbaros

En El Veredicto de hoy quiero discutir la estrategia imperial de enfrentar a los bárbaros entre sí, para evitar coaliciones como la alianza de los vándalos, suevos y alanos para cruzar el Rin y luego los Pirineos. Imagina lo que hubiera pasado si los visigodos, en lugar de luchar contra los vándalos y los alanos, hubieran formado una coalición para repartirse entre ellos Hispania y el sur de la Galia. Pero los romanos explotaron con éxito sus diferencias y o bien les dejaron luchar por tierras sin dejar que ningún pueblo bárbaro se convirtiera en la fuerza dominante, como ocurrió con el conflicto entre los vándalos y los suevos, o bien prometieron comida y tierras para luchar contra otro grupo bárbaro, como los romanos hicieron con los visigodos.

Esta estrategia clásica de divide y vencerás era su mejor alternativa, ya que el Imperio no tenía recursos económicos o humanos para lograr más, y hubiera tenido un éxito sostenido si no fuera porque a los romanos les gustaba demasiado meterse en guerras civiles y conspiraciones. De no existir tanta fragilidad política, el Imperio romano de Occidente podría haber sobrevivido de alguna forma, pero como sus instituciones no eran efectivas para prevenir las usurpaciones y las luchas internas, el Imperio podía condenarse a sí mismo, como así fue. En otros siglos el Imperio romano ya había sufrido de crisis políticas muy grandes y su propia existencia había peligrado, pero por una serie de decisiones y buena fortuna se habían salvado. Este no sería el caso del Imperio romano del siglo V, ya que al final compraron demasiados boletos para desaparecer. Y con eso, El Veredicto termina.

Avance y outro

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Fuentes

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